El monte Ernio, conocido por todos, es un clásico en la
montaña de nuestro entorno, una montaña accesible y mil veces repetida que
sigue dándonos grandes alegrías en forma de inolvidables jornadas de montaña.
Forma parte de un macizo de roca caliza que se extiende entre los ríos Urola y
Oria siendo el centro geográfico del territorio histórico de gipuzkoa. A menudo
se le nombraba como el monte de las mil cruces, situación que actualmente ha
cambiado ya que los ayuntamientos de la zona han decidido retirar la gran
mayoría de las cruces que con los años, habían ido apareciendo en las
inmediaciones de su cumbre. Y de este modo evitar la masificación de elementos
externos en un entorno natural como este.
El monte Ernio nos ofrece una fantástica ruta de mtb acercándonos
hasta su cumbre a 1078m de altura. Una ruta bien diseñada y muchas veces
repetida por Carlos G. Valencia, amigo y socio del CVCE. Disfrutaremos de una genial
jornada de mtb que nos demuestra que no es necesario irse muy lejos de casa
para encontrar retos en la montaña, y que en Euskal Herria tenemos fantásticas
montañas para disfrutar con nuestras bicicletas de mtb.
En otras ocasiones hemos completado esta ruta con un
recorrido circular, pero esta vez comenzaremos pedaleando desde la venta de
Iturriotz y terminaremos en Asteasu tras un descenso de más de 900m de desnivel,
que es el broche final de la jornada.
Seguir el primer tramo del camino habitual de Iturriotz a
Zelatun sería complicado en bicicleta, así que nuestra mejor opción es ganar
metros de una forma mucho más cómoda por caminos y pistas que separan verdes
pastos asomándonos al profundo valle de Zelatungo Erreka. Es un placer para los
sentidos recorrer estos pastos con una gran tradición de segalaris y
frecuentados por rebaños de ovejas.
Una vez en las bordas de Goiballara nos dirigimos a la ruta
habitual que nos llevará a Zelatun. La GR34 en este tramo es una senda técnica
de subida para los que vamos en bicicleta, pero seguro que disfrutaremos
superando multitud de pasos técnicos que son bastante asequibles si nuestro
nivel técnico es bueno. Este camino que pasa por el collado de Zelatun ha sido
usado históricamente para transportar mercancías, paso de tropas,
contrabandistas y guerrilleros. También usado en la trashumancia de ganado de Kostaldea
hasta las sierras de Aralar y Urbasa, siendo la principal ruta Jacobea de
Guipuzkoa que llevó a San Ignacio de Loyola a Azpeitia en su camino de vuelta
desde París. Por lo que este paso natural entre la costa y el interior de
Gipuzkoa, tendrá muchas historias que contarnos cuando rodemos por él, así que no
debemos perder detalle y prestarle mucha atención.
Al llegar a las bordas de Zelatun, ya a más de 800m de
altura, tendremos el Ernio justo encima nuestro. Pero una vez más, no tomaremos
el camino habitual y nos desviaremos por su cara Norte introduciéndonos en un
mágico bosque muy poco frecuentado pero que nos ofrece un camino, que aunque
más largo, será más cómodo para ganar metros con nuestras bicis. Y así
rodearemos el Aizpel y pasado el collado ya en la cara Sur nos dirigimos de
frente a la cumbre del Ernio siempre viendo sus cruces.
No pensemos que en todo momento vamos a ir montados en
nuestras bicis, llegar a una montaña en bicicleta casi siempre lleva consigo
cargar nuestras bicis para progresar caminando por las zonas más técnicas o que
tengan demasiada pendiente para dar pedales. Los porteos son parte de la bici
de montaña entendida como eso, como bici que va por la montaña y así lo
entendemos nosotros. Por lo que no nos importa demasiado cargar al hombro y
llegar a donde deseamos ir.
Justo antes de conquistar la cumbre, llegaremos a la cruz
donde se encuentran los famosos aros a los que se les atribuyen propiedades
terapéuticas contra el reuma y la artrosis. Un símbolo más dentro de la
tradicional peregrinación que cada año llena las laderas del Ernio los domingos
de Septiembre y a la que acuden miles de personas. No será mala escusa
detenernos para pasarnos los aros y así descansar un rato.
Un último porteo por la senda habitual y llegaremos a la
cumbre, presidida por numerosas cruces a pesar de la limpia.
Podremos parecer ciclistas, pero por encima de esto somos
montañeros, así que ahora es tiempo de reponer fuerzas y de admirar el paisaje.
Viendo la senda por la que tendremos que descender minutos más tarde, la vista
de Errezil desde lo alto nos cautiva. También podemos ver el mar y todas las
montañas que nos rodean, recordar y soñar con nuevas rutas. Por modesta que sea
la montaña, estar en la cumbre y mirar a nuestro alrededor siempre es un gran
momento y lo estamos disfrutando.
Llegó la hora de bajar y lo haremos por la senda más
usada para subir desde Zelatun. Es un descenso técnico y expuesto, por lo que
si nuestra experiencia no nos permite ciclarlo con garantías no tendría sentido
haber subido hasta aquí. Conocer nuestros límites y guardar un margen de
seguridad es una buena costumbre en la montaña. Esto acompañado de unas
imprescindibles normas de conducta y sentido común, serán nuestras garantías de
éxito para recorrer montañas en bicicleta allá donde vayamos.
Tras disfrutar a lo grande de este primer tramo del descenso
nos regalamos una merecida parada en las ventas de Zelatun. Lo del bocadillo
sentado en una piedra está genial y es lo que más acostumbramos a hacer en el
monte, pero hoy nos vamos a dar un buen homenaje en forma de huevos con lomo,
patatas, pimientos… Momentos como estos no se pagan con dinero y con este
maravilloso día estar comiendo de plato a mesa puesta y a cielo abierto es el
regalo del día.
Después de esta parada intencionada y sin dar más detalles, continuaremos
nuestro camino para culminar la ruta con el descenso hasta Asteasu. Volveremos
a escondernos en los bosques de la cara Norte del Ernio e iremos combinando
antiguos caminos que recorren estos bosques increíbles. Es la parte de la ruta
menos clara y es fácil perderse si no tenemos bien claro por dónde ir.
Siguiendo la rueda de Carlos, buen conocedor de la ruta, y a buen ritmo,
podemos disfrutar de un descenso genial por bosques solitarios. Para dirigirnos
de seguido a Asteasu, entre caseríos por
caminos que bordean los pastos y que nos meten en el mismo casco urbano del
pueblo, casi 1000m por debajo del punto más alto que hoy hemos visitado, la
cumbre del monte Ernio.
Fotografías por @Ian Robertson
El artículo está publicado en la revista ERRIMAIA nº83 de Junio 2016
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